Mostrando entradas con la etiqueta Los Celtas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Los Celtas. Mostrar todas las entradas

jueves, 15 de noviembre de 2007

El clan Celta.

Intentar describir, lo que fue un clan céltico, resulta complejo y hasta difícil, y aún más si tenemos en cuenta que esta institución ya no existe en los países de origen céltico. Esta palabra, en realidad, no denota ningún concepto definible. Significa descendencia o descendiente de. Su plural sería “Clanna”. De esta manera si pusiéramos como ejemplo: “Clanna Tuirenn”, vendría a significar, los descendientes de Tuirenn. Este concepto tendría su símil en la palabra galesa “cenedl”, aunque su traducción podría ser bastante vaga. Así pues tenemos que la palabra “clann” de origen gaélico vendría a significar “descendientes de” o incluso “hijos de”. En realidad la organización por clanes de la sociedad celta es algo confusa y ello ha contribuido notablemente a confundir los conceptos en ocasiones, de tribu, clan y familia celta.
Un clan céltico difiere del concepto de clan de otros pueblos aunque entre los celtas hallamos también los clanes denominados totémicos, de los que hablaré escuetamente. Quizás podríamos definirlo como familias o tribus enteras, entendidas como familias célticas, pero en definitiva el núcleo de la tribu.
Buen porcentaje de Tuathas celtas irlandesas se constituyeron a partir de familias, digamos históricas o ancestrales. Pero no siempre el origen de una Tribu o Tuatha fue un único clan. Se tiene constancia de varios clanes dentro de una misma tribu, que incluso podían irse relevando en el caudillaje de ésta. Este modo de relevo, se basaba en un entendimiento profundo que incluso llegaban a enlazar sus clanes mediante casamientos.
Podríamos pues, definir el concepto de clan celta, como una familia compuesta por individuos que descienden de un personaje notable, que con frecuencia conservan el nombre de este. Pero habitualmente, los clanes también tenían sus orígenes en relación con animales totémicos de los que se creía descender. Tribus y clanes celtas veneraban y respetaban a ciertos animales con lo que se establecía una relación totémica de diversa índole. En algunos casos no se cazaban esos animales o se tatuaban dibujos de ellos o se adornaban con trozos de dichos seres, etc. Con ello además de venerarle, se pretendía su asistencia, auxilio o consejo en las diferentes viscitudes de la vida celta. Algunos nombres celtas derivan directamente de animales como : Artogenos (hijo del oso) Brannogenos( hijo del cuervo) o como la tribu de los Beribraces o bebrices, descendientes del castor( bebros,. La de los sefes galaicos, que hace mención a las serpientes.
Tal veneración trascendía hasta en el estilo de lucha celta que remedaba la forma de luchar de ciertos animales. Con posterioridad esas técnicas de pelea dieron lugar a las diferentes formas de combatir de los caballeros medievales, que con demasiada frecuencia, para obviarlo, lucían imágenes de animales en sus escudos heráldicos. Y en Escocia, donde los escudos de cada clan lucían y lucen aún hoy, animales emblemáticos, junto a colores distintivos que se continúan usando, empleados en los tejidos con los que se confeccionan los atuendos típicos de cada clan.
El jefe del clan, era un descendiente en línea directa del fundador, era el padre nominal del clan y ejercía su autoridad sobre los integrantes de ese clan y formaba parte de la nobleza militar de la tribu. Básicamente el clan estaba constituido por la familia de ese jefe y aquellas ramas familiares que descendían del fundador por línea materna. A pesar de esto, no era una estricta estructura social, pues en varias ocasiones se incluían en el clan a toda familia que aceptaba la autoridad y protección del jefe del clan local. Este jefe clánico, era elegido entre los miembros masculinos que poseían la condición de ser descendiente directo del fundador.
En muchas tribus celtas, especialmente galas e irlandesas donde el clan de la madre era distinto al del padre, se distribuían sus obligaciones y derechos. Al clan de la madre le correspondía en derecho la educación de los hijos menores, el cual pasaba al del padre cuando alcanzaban la mayoría de edad céltica. De esta forma, era factible enviar a los hijos al clan materno, donde eran confiados normalmente a los tíos de este, adquiriendo el papel de padres adoptivos o nodrizos, en Irlanda denominado “Aite” con los cuales se vinculaban de una forma afectiva tal, que muchos personajes y héroes célticos llevaban en su nombre la filiación de este padre adoptivo.
Pero aún se llegaba más lejos que la vinculación afectiva, pues las obligaciones jurídicas reciprocas también se mantenían. En Irlanda a esto se la conoció con el nombre de “altram”. Pero esta vinculación dependía en forma de quien fuera el “Aite” o padre adoptivo, pues difería si el encargado de esta función era miembro del clan materno o bien era un miembro de los estratos intelectuales, como druidas o bardos, pues con frecuencia se reunían a los hijos de un clan bajo la custodia de personajes cualificados. Ejemplo de ello fue el propio héroe Cuchulainn entre otros.
Este tipo de adopción druidica derivó en una verdadera institución y una perfecta escuela de aprendizaje. Ya el druida Cathbad instruyó además de al propio Cuchulainn mencionado, a cien alumnos más.
Por otra parte y debido a este “altram”, se daba el caso de que miembros del mismo clan, podían pertenecer a tribus diferentes, separadas por largas distancias e incluso en otros países celtas. Ello más que una desventaja, fue un beneficio a la hora de establecer ciertas alianzas para las guerras.
En determinadas situaciones, también había confusión de derechos, intereses y obligaciones, entre el clan materno y paterno para lo cual se recurría en numerosas ocasiones al consejo de otro sector social, al que se puede denominar casi como clan, el de los druidas.
La existencia de un caudillo o jefe clánico, no implicaba debido a ésta figura social, una estratificación de la sociedad, pues en el sistema de clanes, lo que privaba era el parentesco y sus lazos. Con este sistema de clanes, en las etapas anteriores a las conquistas normandas, la posesión de las Tierras y sus derechos de explotación, no pertenecían al jefe, sino que tal privilegio lo compartían todas las familias que realizaban tareas agrícolas a modo de posesión y explotación colectiva que fue abolida ya con la introducción del sistema feudal, como he apuntado, de las conquistas normandas.

Los Celtas: Edad de Hierro I, La Tène

Las sepulturas paulatinamente contienen menos riquezas, sobre todo a partir del 400 a. C. y hasta el 250 a. C. aproximadamente, situación que coincide con la etapa de las invasiones celtas relatadas por los autores clásicos.

Así, en el 390 a. C. aproximadamente Roma es saqueada por grupos celtas, en el 280 a. C. invaden Macedonia y hacia el 272 a. C. ocurre lo mismo con Delfos donde son derrotados, por lo que deben retirarse, asentándose algunos en Tracia al igual que en zonas de Asia Menor, donde se establecen los Gálatas, y hacia el norte donde llegan hasta Irlanda e Inglaterra. También se aprecia su presencia como mercenarios en Egipto o Cartago, donde protagonizan la revuelta contra las tropas de Amílcar en el año 238 a. C.

Entre los siglos III y I a. C. se llevan a cabo contactos comerciales más comunes con Italia, en donde se proveen de algunos artículos de lujo como ánforas de vino o vajillas, situación facilitada por el conocimiento y uso de la moneda en las regiones celtas.

Se produce un afianzamiento y desarrollo de los estados y se fundan grandes asentamientos conocidos como oppida, algunos de ellos con grandes dimensiones, cuyo mayor desarrollo tendrá lugar hacia mediados del siglo II a. C..

Asentamietos tipo la Tène: Maiden Castle en Dorset, Pendinas en Wales, y Dunne Angles (Irlanda).

Los oppida eran centros fortificados, comúnmente se asentaban sobre una colina, rodeados de profundos fosos, y erizados de defensas y pesadas puertas. Se encontraban generalmente ubicados cerca de las grandes vías de comunicación o de los yacimientos de materias primas, como minas de hierro, de sal, arenas auríferas, etc., tenía dimensiones variables, aunque podían llegar a ser enormes, como es el caso del oppidum de Manching que tiene una superficie de 380 hectáreas. Este se encuentra en Baviera, y se desarrolló a partir de un pequeño asentamiento durante el siglo II a. C., llegando a ser el mayor centro de la región.

El suelo y las vigas de madera son de 7 km. de largo y se mantenían unidas por una gran cantidad de clavos de hierro. Tenía cuatro caminos de acceso, pavimentados en piedra, uno de ellos con una doble entrada, una para carretas y carros y otra más pequeña para personas.

Las calles interiores del oppidum podían llegar a los 10 metros de ancho, y en su interior había edificios como talleres, almacenes o depósitos, y residencias de la elite cercadas por empalizada. También se han hallado evidencias del trabajo del hierro y del cuero, así como acuñación de moneda.[1] Se encontraba al lado del río Danubio y del río Paar, y cerca de él había un santuario celta dentro del bosque.

En Gran Bretaña durante el siglo VI a. C. se levantaron varias fortificaciones situadas en colinas, paulatinamente al ir centralizándose el poder muchas de estas desaparecieron, pero las que continuaron habitadas se fortificaron más fuertemente, un ejemplo claro es Danebury, en su interior había una zona para apacentar el ganado, viviendas con techos cónicos de pajas y graneros levantados con vigas de madera. Hacia el 100 a. C. se desabitó sin explicación aparente.

Los oppida cumplían diversas funciones, servían de campamento militar, poseyendo normalmente una guarnición estacionada, también podían ser centros religiosos, controlaban los puntos económicos estratégicos y controlaban un extenso territorio. Cada cierto tiempo se celebraba en ellos un gran mercado, donde acudían los habitantes de las tierras vecinas para vender y abastecerse de productos.

La aparición de estos centros fortificados también conlleva un surgimiento de grandes cambios económicos y sociales dentro del mundo celta. Los grupos guerreros, que hasta entonces habían tenido el poder, pierden importancia a manos de una oligarquía que progresivamente se hace con el gobierno. Al no existir un gobierno centralizado, los pueblos más importantes intentan tomar las riendas de los más débiles, obligándoles a aliarse con ellos para combatir a sus enemigos. Cada tribu dominaba un grupo de oppida, de los que uno de ellos hacía las veces de capital.

En la Galia la ciudad la dirigía un magistrado y un senado que estaba formado solo por nobles, que eran los propietarios de las tierras y el ganado, y contaban con grupos de guerreros que estaban vinculados a la elite por juramentos de fidelidad.

Los artesanos y los campesinos en teoría eran libres, pero en la práctica dependían de un aristócrata, para el que iba dirigido la mayor parte de su trabajo. Estos grupos no podían participar en la política activa de la ciudad.

La unidad básica de la sociedad celta era la familia, se conoce, por lo menos en el caso de la Galia, que el cabeza de familia tenía derecho de vida o muerte sobre su esposa, aunque parece ser que esta acción se utilizó muy poco.

La posición de las mujeres dentro de la sociedad venía determinada por la posición que ocupaba el marido o el padre, pudiendo ser el caso de la princesa de Vix o de la reina Boudicca, que encabezó una sublevación contra los romanos en Inglaterra durante el siglo I, también se conoce la existencia de mujeres druidas y que en múltiples ocasiones acompañaban a sus maridos a la batalla.

Pero estos casos son contados, pues la vida de las mujeres campesinas era, como en todas las épocas, muy dura.

Moneda con la imagen de Vercingetorix

Castro de Alesia, Francia

Muchos guerreros celtas combatían desnudos, y acostumbraban a conservar como trofeo las cabezas de los enemigos muertos en combate, untaban de aceite de cedro las de los adversarios más prestigiosos y las guardaban en baúles para enseñarlas a los extranjeros.

Las primeras monedas celtas aparecen en el siglo IV a. C., pero su función no era la de facilitar los intercambios, pues se utilizaban muy excepcionalmente, para pago de tributos, como dote de bodas, necesidades políticas, etc..., su uso se comienza a generalizar cuando comienza a desaparecer el sistema de trueque.

Entre el 58 y el 50 a. C., Julio Cesar al mando de sus legiones vence a Vercingetorix y conquista la Galia, en la Península Ibérica la caída de Numancia en el 133 a. C. es

el final de la independencia, aunque existirán numerosas rebeliones contra el poder de Roma, Britania, a excepción de Caledonia y el centro del País de Gales, también caen en poder romano. Con todo ello se llega al final del mundo céltico, permaneciendo unos cuantos reductos en Erín (Irlanda) y Albión (Inglaterra).

Los celtas se van integrando en la nueva sociedad romana, produciéndose en muchos casos un proceso de romanización, por otra parte, algunas de las tradiciones se mantienen en Irlanda, pues nunca llega a caer en poder de Roma.

En los últimos momentos las invasiones celtas se extendieron hacia la Península Ibérica, Italia, Grecia y Anatolia.

En el transcurso del siglo I a. C. toda la zona céltica cae en poder de las legiones romanas, sobre todo a partir de la conquista de la Galia por Julio Cesar, que lleva a cabo campañas entre el 58 y el 51 a. C., excepto Irlanda y Escocia, en donde perdura su cultura hasta el comienzo de la Edad Media.

Los Celtas: Edad de Hierro I, Hallstatt.

La primera parte de la Edad del Hierro céltica, datada en torno a los siglos VIII y V a. C., recibe el nombre de una importante necrópolis austriaca, Hallstatt, cuyo asentamiento debió estar asociado a las minas de sal. En ella aparecieron unas dos mil sepulturas que muestran un incremento de la diferenciación social así como la aparición de una nueva clase dirigente, rasgos que se hacen más profundos con el comienzo de los contactos comerciales con las colonias griegas durante el siglo VI a. C. a través del corredor Ródano-Saona.

Estas relaciones originan la aparición de una serie de asentamientos en diversas zonas que están localizadas en el este de Francia, concretamente en el monte Lassois, donde se levanta un importante centro comercial que cuenta con una fortaleza, y en el sureste de Alemania, donde aparecen también fortificaciones en la cumbre de colinas, especialmente Heuneburg, situada a orillas del Danubio, y Hohenasperg, que cuenta con numerosos objetos provenientes de la región mediterránea, entre ellos vasijas de cerámica y bronce para servir y beber vino, costumbre que las elites celtas habrían adoptado de los griegos.

Se trataría de sociedades con una elite que controlaba los medios de producción, las vías de comunicación y la tierra, y por ende, al resto de la sociedad, aunque no se sabe como habrían adquirido esta situación de privilegio, es posible que fuera transmitida por herencia de padres a hijos, también se piensa que podrían ser grupos conquistadores que se habrían logrado imponer a los pueblos en los lugares en donde se habían asentado, o bien que ciertos grupos de guerreros se habrían logrado imponer a los demás progresivamente. Otros investigadores defienden las dos posturas, dependiendo de los casos y del territorio.

Esta clase dominante estaba integrada por una serie de individuos denominados Príncipes, conocidos fundamentalmente por la riqueza de sus enterramientos, en donde solían aparecer cerámicas griegas, bronces etruscos, grandes carros de cuatro ruedas y joyas de oro, siendo entre ellas las más sobresalientes las fíbulas, hebillas de metal provista de un pasador, utilizada en la antigüedad para sujetar los vestidos, y los torques, tipos de collares de metal, bronce u oro, cuyos extremos tomaban la forma de tapones esféricos, y que posteriormente fueron adoptados por el ejército romano como condecoración para los soldados, e incluso en el túmulo de Heuneburg aparecen tejidos de seda procedentes de China.

Antes del siglo VI a. C. solo los príncipes y sus familiares recibían sepultura en estos enterramientos, posteriormente se van instalando sepulturas suplementarias, formando círculos concéntricos alrededor de la tumba inicial.

De este modo, en el túmulo de Magdalenenberg, de 200 m. de diámetro, aparecen 126 tumbas alrededor de la cámara fúnebre del príncipe.

Uno de los túmulos mejor conocidos es el de Hochdorf, en Alemania. En él aparecía un cuerpo de 1.83 de altura sobre un diván de bronce sostenido por figurillas femeninas, a su alrededor estaban colocados los objetos del ajuar, formados por un caldero de bronce adornado con cabezas de león y repleto de hidromiel, ocho cuernos de uro, que se encontraban colgados de la pared y servían de copas, además de otro cuerno más grande realizado en hierro, bronce y oro, y un carro grande con un yugo metálico y las piezas del arnés.

Reconstrucción del enterramiento de Hochdorf

Caldero procedente del ajuar del enterramiento de Hochdorf

También aparecían las armas del difunto, un carcaj con flechas, un puñal, una bolsita de cuero con tres anzuelos, un peine, etc..., todo lo que el príncipe había utilizado en vida. Este enterramiento se ha datado entre el 550 y el 500 a. C., y su edad cuando murió debió de situarse entre los 40 y los 50 años, lo que significa que debía ser bastante mayor, teniendo en cuenta que la edad media rondaría hacia los 30 años.

Localización de yacimientos en torno a Vix

(ampliar mapa)

Otro enterramiento muy conocido es el de la Princesa de Vix, en Francia, donde aparece depositada una mujer de unos 30/35 años cuya muerte se fecha hacia el 480 a. C., se trataría de una princesa que habitaba una fortaleza que dominaba una ruta de comercio en el valle del Sena.

Según los estudios presentaba una malformación en la cadera, artrosis en varias articulaciones y era poco agraciada.

Su enterramiento se encuentra a tres metros de profundidad, está instalada sobre un carro, adornada con lujosas joyas, como torques, tobilleras, un collar de ámbar y diorita y una diadema de oro que rodeaba su cráneo, aunque el objeto más importante encontrado es una crátera de bronce con capacidad para 1100 litros y decorada con figuras de guerreros, caballos y cuadrigas, un monstruo, y una gorgona adornando las asas. Su fabricación es seguro que se estuvo en manos de broncistas griegos, lo que demuestra una fluidez de los contactos comerciales con los griegos durante el siglo V a. C.

Los lugares de habitación de estos príncipes eran residencias fortificadas, normalmente de dimensiones bastante modestas, comúnmente rodeadas de un foso y una muralla. En su interior se distribuían las casas, muy semejantes entre ellas. No había avenidas ni edificios públicos, solo algunos espacios abiertos que servirían como lugares de reunión. En estas residencias vivía el príncipe, su familia, sus guerreros y sus sirvientes, el pueblo habitaba en aldeas, o alquerías, pero posiblemente, cuando existía algún problema se cobijarían junto con su ganado en las residencias principescas.

Los jefes militares controlaban el comercio a larga distancia, por lo que las residencias principescas se encontraban situadas en los lugares estratégicos, con el fin de entrar en contacto con el comercio mediterráneo, en su búsqueda de materiales diversos cerámica, ánforas, copas, vino, etc.

Las fortalezas de Hallstatt se abandonan en el siglo V a. C. sin que se conozcan las razones, trasladándose el centro de poder al norte, hacia Hunsrück-Eifel en Alemania Occidental, Champaña, Renania y Bohemia, lo que se vincula al desarrollo del estilo de La Tène, que comprende la II Edad del Hierro europea, encuadrada entre el siglo V a. C. y la dominación romana.

Crátera procedente de Vix

Aparece una nueva elite de guerreros que han conseguido riquezas y poder debido a las campañas militares, y cuyas sepulturas, al igual que las mujeres de la aristocracia, parecen ser la prolongación del período anterior de los Príncipes, pero cuya diferenciación se debe a un nuevo tipo de estilo artístico que decora los utensilios que forman parte del ajuar, los puñales se reemplazan por largas espadas rectas, y predominan las armas arrojadizas, el pesado carro de cuatro ruedas se sustituye por el carro de guerra de dos, mucho más ligero y veloz, desconocido para los celtas antes de mediados del siglo V a. C..

Ya no se levantan las fortalezas del período anterior, habitan pequeñas poblaciones independientes bajo el mando de un jefe militar, que no tendría mucha diferenciación del resto de los guerreros, y no se ha encontrado ninguna figura análoga al rey o a un poder central.
Related Posts with Thumbnails

Entradas recientes

ASHES AND SNOW
http://lh4.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/SZcqRLSIoCI/AAAAAAAABCA/7wGZN6NL01g/Ashes%20and%20Snow%20022.gif

Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"